martes, 9 de septiembre de 2008
esfuerzo, percepción consciente y gozo
Texto extraido de:
EL árbol del yoga
B.K.S IYENGAR
“Al practicar una postura de Yoga ¿somos capaces de hallar el delicado equilibrio entre
llevar la postura a su máxima extensión y llevarla más allá de ese punto, haciendo que el
esfuerzo excesivo cree una tensión incorrecta en el cuerpo?
Cuando estiramos demasiado en algún punto para conseguir el movimiento óptimo, ¿nos
hemos dado cuenta de que al mismo tiempo estamos prestando muy poca atención a otras
partes del cuerpo? Eso altera el cuerpo y lo hace tambalear. Si la raíz de un árbol está débil,
el árbol entero no puede estar fuerte...Como perdemos la percepción consciente y nuestra
atención se vuelve parcial, no sabemos si estamos manteniendo la sujeción o no.
Podemos perder los beneficios de lo que estamos haciendo por concentrar demasiada
atención parcial en intentar perfeccionar la postura. ¿En qué nos estamos centrando?
Intentamos perfeccionar la postura, pero ¿desde donde hasta donde? Es ahí donde el
asunto se vuelve difícil. Centrarse en un punto es concentración. Centrarse en todos los
puntos al mismo tiempo es meditación. La meditación es centrífuga al tiempo que centrípeta.
En la concentración, queremos centrarnos en un punto, y los otros puntos pierden su
potencial. Pero si expandimos la concentración desde la parte extendida a las restantes
partes del cuerpo sin perder la concentración sobre la parte extendida, no perdemos la
acción interna ni la expresión externa de la postura, y eso nos enseña lo que es la meditación.
La concentración tiene un punto de enfoque, la meditación no tiene punto alguno. Ése es
el secreto.
En la concentración, es probable que nos olvidemos de algunas partes del cuerpo al centrar
la atención en otras. Por eso ciertas partes del cuerpo nos duelen. La razón es que los
músculos desatendidos pierden su potencia y se caen. Sin embargo, no nos damos cuenta
de que los estamos dejando caer, porque se trata precisamente de los músculos en los que
hemos perdido momentáneamente la percepción consciente. En el Yoga hay algo que todos
debemos saber: la párte más débil es la fuente de acción.
En cualquier postura de Yoga se dan dos elementos fundamentales: el sentido de la dirección
y el centro de gravedad...en cada postura, tanto el sentido de la dirección como de gravedad
han de mantenerse. A fin de mantener el centro de gravedad, todos los músculos han de
hallarse alineados unos con los otros.
Si estiramos en exceso ciertos músculos, el centro de gravedad también cambia...
Con la práctica descubrirá que dentro de su propio cuerpo una parte es violenta y lo otra
no violenta. En un lado hay violencia deliberada porque las células están trabajando en
exceso. Y en la parte que llamamos no violenta hay violencia no deliberada, pues las células
se están muriendo...Doy un toque a la parte donde las células se hallan muertas, a fin de
crear una pequeña germinación y permitir así que las células tengan nueva vida...
Hay que realizar un esfuerzo de comprensión y observación ¿Por qué siento dolor en este
momento?¿Por qué no siento dolor en otro momento o con otro movimiento?¿Qué he de
hacer con esta parte de mi cuerpo?¿Y con aquella?¿Cómo hacer para liberarme del
dolor?¿Por qué siento esta presión? ¿Por qué me duele este lado? ¿Cómo se comportan
los músculos de este lado?
Deben continuar analizando, y analizando llegarán a entender. ..Tenemos que ver que
mensajes proceden de las fibras, los músculos, los nervios y la piel del cuerpo mientras
realizamos la postura. Entonces podemos aprender. No basta con experimentar hoy y
analizar mañana... Análisis y experimentación han de ir juntos.
El análisis en la acción es la única guía. Avanzamos por el sistema de prueba y error. A
medida que aumentan las pruebas los errores se reducen. Entonces, las dudas son menos,
y cundo esto ocurre, el esfuerzo también decrece...
Es cierto que con el análisis se disipa energía al principio. Después ya no. Por eso el
esfuerzo se reduce. La dirección se hace presente y, al ir en la dirección correcta, comienza
la sabiduría. Cuando la acción sabia se hace presente, dejamos de sentir el esfuerzo como
esfuerzo: lo sentimos como gozo. En la perfección, nuestra experiencia y expresión encuentran
el equilibrio y la concordia.
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